En un futuro no muy lejano, la Tierra es una sombra de lo que fue. Una catástrofe global ha acabado con la mayor parte de la población humana, dejando atrás ciudades desoladas, tecnología abandonada y pequeños grupos de supervivientes dispersos por todo el mundo. Estos supervivientes luchan por reconstruir sus vidas, pero algo mucho más siniestro se esconde bajo la superficie: una raza alienígena está terraformando en secreto el planeta, trabajando lenta y metódicamente para extinguir los últimos restos de la humanidad.
Las secuelas de la catástrofe
Durante años, la humanidad había advertido sobre el colapso medioambiental, la guerra y la escasez de recursos, pero nadie anticipó la verdadera amenaza: la invasión alienígena. Los extraterrestres no llegaron con enormes naves de guerra ni con una gran exhibición de poder tecnológico.
En cambio, llegaron en silencio, infiltrándose en la atmósfera de la Tierra sin ser detectados. Desencadenaron desastres globales: fenómenos meteorológicos extremos, cambios tectónicos y plagas que acabaron con el 90% de la población humana. Los supervivientes creían que se trataba simplemente de la venganza de la naturaleza o de la propia caída de la humanidad, pero la verdad era mucho más oscura.
Ocultos en las profundidades de la corteza terrestre, los extraterrestres habían establecido su control. Su objetivo no era dominar a la humanidad, sino borrarla por completo transformando el planeta en algo que pudieran llamar hogar.
El descubrimiento
Isaac, un ex científico que sobrevivió a la catástrofe, vivía en uno de los últimos puestos de avanzada humanos: un asentamiento aislado en las afueras de una metrópolis en ruinas. Durante años, Isaac había estado investigando extraños cambios atmosféricos y actividad geológica antinatural que no podían explicarse por las consecuencias del desastre global. Sus datos sugerían que algo estaba alterando el medio ambiente de la Tierra a un nivel fundamental.
Un día, mientras buscaba suministros, Isaac se topó con una enorme instalación subterránea: una base alienígena aparentemente abandonada escondida bajo los escombros de la ciudad. Dentro, encontró máquinas avanzadas que bombeaban gases extraños al aire y liberaban compuestos desconocidos en el suministro de agua. No era solo un escondite alienígena; Era una estación de terraformación.
Los extraterrestres no solo planeaban destruir a la humanidad, sino que también estaban cambiando la química de la Tierra, volviéndola inhóspita para la vida humana.
La agenda alienígena
El objetivo de los extraterrestres era simple: transformar la Tierra en un mundo adecuado para su propia especie. Necesitaban una atmósfera diferente, una rica en gases tóxicos para los humanos, pero ideal para su biología. Lentamente, a lo largo de los años, habían estado bombeando estos gases al aire, reemplazando el oxígeno con sus elementos vitales. Los cielos, que alguna vez fueron azules, se habían vuelto de un verde enfermizo, los océanos estaban contaminados con extrañas algas brillantes y los bosques estaban muriendo, reemplazados por una flora extraña y alienígena.
Isaac se dio cuenta de que la terraformación alienígena había estado ocurriendo durante años, justo debajo de las narices de la humanidad. Los desastres naturales y los cambios ambientales que acabaron con la civilización no habían sido un accidente, eran un plan cuidadosamente orquestado. Los extraterrestres habían acelerado el cambio climático, manipulando los procesos naturales de la Tierra para desencadenar la caída de la sociedad humana. Y ahora, con la mayor parte de la población desaparecida, estaban acelerando la transformación.
El descubrimiento de Isaac fue solo la punta del iceberg. Había más estaciones de terraformación esparcidas por todo el mundo, cada una acelerando la destrucción de los hábitats humanos.
Nace la resistencia
Después de descubrir el complot alienígena, Isaac regresó a su puesto de avanzada para advertir a los demás. Reunió a un pequeño grupo de sobrevivientes (ingenieros, exmilitares y científicos como él) para formar una resistencia. Su misión era destruir las estaciones de terraformación antes de que fuera demasiado tarde.
El grupo se enfrentó a increíbles adversidades. La tecnología alienígena estaba más allá de todo lo que la humanidad había visto jamás, y los propios invasores seguían siendo esquivos, rara vez se mostraban pero dejaban atrás defensas automatizadas mortales y criaturas bioingeniería para proteger sus instalaciones.
A pesar de los desafíos, Isaac y su equipo siguieron adelante, saboteando varias estaciones de terraformación y ralentizando los esfuerzos de los alienígenas. Cada victoria fue duramente reñida, pero le dio esperanza a la resistencia. Creían que podían detener la transformación y salvar lo que quedaba del planeta.
La verdad revelada
Sin embargo, a medida que la resistencia se adentraba más en las instalaciones alienígenas, descubrieron una verdad horrible. Los alienígenas ya habían logrado terraformar otros planetas. La Tierra era solo uno de los muchos mundos que habían atacado en toda la galaxia. Cada vez, encontraron un planeta con vida inteligente, se infiltraron sutilmente en él y luego eliminaron las especies nativas transformando el medio ambiente.
Los alienígenas no se veían a sí mismos como conquistadores, se veían a sí mismos como jardineros del universo, eliminando especies no deseadas para crear condiciones ideales para su propia supervivencia. Para ellos, la humanidad no era más que una mala hierba que había que arrancar.
Peor aún, Isaac se enteró de que el proceso de terraformación había llegado a un punto crítico. Si no detenían a los alienígenas en los próximos meses,